La educación para recordar y reconciliar

Alina Bassegoda Treviño*

 

En ocasión de las Jornadas para el Recuerdo y la Reconciliación, este artículo argumenta que la vocación esencial de la escuela está en el diálogo, el reconocimiento del pasado y el aprecio por la diversidad. Identifica los elementos básicos de la educación para la paz y subraya su importancia en espacios de guerra, postguerra y otras formas de violencia.


Los días 8 y 9 de mayo son Jornadas para el Recuerdo y la Reconciliación, en homenaje a las víctimas de la Segunda Guerra Mundial[1]. Han pasado casi 80 años desde la rendición de la Alemania Nazi, pero sigue siendo imperativa la necesidad de recordar los momentos más obscuros de la historia de la humanidad, y de promover la reconciliación entre adversarios.

Si bien los conflictos internacionales se han reducido desde 1946, las amenazas a la paz y la seguridad se han diversificado. Grupos terroristas, milicias políticas y organizaciones delictivas transnacionales, desafían cotidianamente la capacidad de los Estados y organismos internacionales para preservar el orden y el bienestar de las naciones.

La educación es central en el esfuerzo de prevenir, enfrentar y sanar las heridas causadas por estos conflictos. Tanto en las escuelas como en los hogares deben resonar el recuerdo de la guerra y sus tragedias, y las estrategias para enfrentarlas. El esfuerzo es central no solo después de un conflicto armado, sino en todos los espacios en los que las sociedades se han fracturado.

México no ha sido escenario de conflictos internacionales desde el siglo 19 (a menos que consideremos la expedición punitiva contra Francisco Villa en 1916), pero estamos lejos de poder considerarnos un país pacífico. Según cifras oficiales, hay más de 100 mil mexicanos desaparecidos (Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas)[2]  y más de 30 mil 500 personas fueron asesinadas solo en 2023 (Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública)[3]. Las amenazas de la delincuencia, las diferencias políticas y las desigualdades sociales han debilitado nuestro tejido social.

La educación para la paz busca impulsar valores universales y promover comportamientos que conduzcan a un mundo más humano y unido. Pretenden que los niños y jóvenes se conozcan a sí mismos, reconozcan y aprecien su historia, y adopten nociones de justicia, igualdad, libertad, tolerancia, democracia en beneficio de todos.

Las escuelas que educan para la paz desarrollan actitudes, habilidades y conocimientos para fortalecer los valores necesarios para la vida en común. Promueven el trabajo en equipo, la comunicación, el diálogo y la cooperación; desarrollan pensamiento crítico, apertura al cambio y humildad intelectual; impulsan el reconocimiento del otro y el aprecio por su cultura; reconocen la capacidad de agencia en el desarrollo de las reglas, y fortalecen las capacidades para identificar las causas y consecuencias de la violencia, a fin de prevenirla.

Aún en espacios de conflicto se preservan esfuerzos para promover una cultura de paz. Iniciativas como School for Peace, Children of Peace, H.L. Education for Peace, Interfaith Peacebuilding Initiative, Meet@MIT, por ejemplo, siguen luchando por mantener el diálogo abierto entre Israel y Palestina en momentos en que el discurso por la reconciliación es enormemente difícil pero por lo mismo crecientemente importante.

Pasados los enfrentamientos, el papel de las escuelas es central en la consolidación de la paz. En países como España, Colombia, Ruanda o Sudáfrica, donde grupos terroristas o disidentes han depuesto las armas, aún hay heridas abiertas que las escuelas ayudan a sanar. Destacan iniciativas como las Escuelas de Perdón y Reconciliación (ESPERE), que nacieron en Colombia y que se han puesto en marcha también en otros países (entre ellos México) para promover nuevas  y más constructivas maneras de entender el pasado para eventualmente lograr la reconciliación entre grupos agraviados.

En Colombia se ha puesto énfasis en la importancia de promover la integración de antiguos combatientes en los espacios escolares, como una primera y esencial manera de reinsertarse en la sociedad[4]. Se ha subrayado el potencial conciliador y sanador de las escuelas: “La educación juega un rol clave en los procesos de estancamiento y transformación, puesto que ella se puede encargar de mantener los conflictos y reforzar los estereotipos de violencia o bien contribuir en la reconstrucción del país en el postacuerdo”.[5]

Si bien la importancia de la educación para la memoria y la reconciliación puede no ser tan evidente en casos donde no hay una guerra declarada, las escuelas también son centrales en otros contextos donde la violencia, desigualdad y opresión han generado grietas sociales. Para México es particularmente relevante el potencial de la educación para promover valores ciudadanos que fortalezcan la participación colaborativa.

A las escuelas, además de las familias, corresponde impulsar el aprecio por la democracia, los contrapesos institucionales, el diálogo y la tolerancia que resultan centrales para canalizar desacuerdos. En los salones de clase y en la mesa del comedor, tenemos que enseñar a los niños y a los jóvenes a discutir sin agredir, a reconocer a los demás en su propio contexto, a impulsar el espíritu crítico y autocrítico, a defender los derechos propios y ajenos con la misma convicción, a ver al otro con empatía, a generar valor a partir de la diversidad.

Para estrechar el tejido social es necesaria una ciudadanía activa, basada en el reconocimiento del pasado, el respeto por el otro y el aprecio por la diversidad. En esos elementos, donde se inserta el recuerdo y la reconciliación, está la más noble vocación de la escuela.

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Referencias

Fernández-Cediel, M. C., & Baquero, C. B. B. (2020).Reconciliación en los entornos educativos colombianos”. Revista de Ciencias Sociales (Ve), 26. https://scholar.google.es/citations?view_op=view_citation&hl=es&user=V9xXPREAAAAJ&citation_for_view=V9xXPREAAAAJ:YOwf2qJgpHMC

Ortega Ruiz, Pedro (2023) “Educar para la Reconciliación”, Boletín REDIPE [Internet]. 2023 Nov. 1, https://revista.redipe.org/index.php/1/article/view/2038

Rodriguez Salcedo, S. B. (2020). Programa Educativo para la Paz y la Reconciliación Nacional. Aportes para pensar en la construcción de una Cultura de Paz. Kavilando, 12(2), 493-510. https://kavilando.org/revista/index.php/kavilando/article/view/411


[1] Ortega Ruiz, 2023.

[2] https://noticias.imer.mx/blog/en-mexico-hay-casi-100-mil-desaparecidos-en-proceso-de-busqueda-segob/

[3] https://animalpolitico.com/sociedad/asesinatos-30-mil-personas-mexico

[4] Rodriguez Salcedo, 2020.

[5] Fernández-Cediel & Baquero, 2020.


*Alina Bassegoda Treviño

Integrante de MUxED. Licenciada en Relaciones Internacionales por El Colegio de México y maestra en Estudios de Política Internacional y Comunicación, por la Universidad de Stanford. Ha trabajado durante más de 20 años en educación y desarrollo de recursos humanos en los sectores público, privado y social. Fundó y dirige Mente en Forma, SC, una organización no lucrativa dedicada a actividades de formación de adultos, para favorecer su integración social y laboral. Es profesora de negociación internacional en la Universidad Iberoamericana, UIA.




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