Las mujeres de hoy: entre el hogar, la academia, la ciencia y otros desafíos

Rubí Surema Peniche Cetzal*

 

A pesar de que, en la última década, las mujeres hemos podido avanzar en escenarios laborales desafiantes en comparación con los hombres, la reciente pandemia de salud revirtió algunos de estos logros, acentuando más las responsabilidades, retos y exigencias en el campo académico y científico. Este texto busca concientizar sobre algunas de las prácticas que pueden obstaculizar el desarrollo de las mujeres en el campo profesional y deja para la reflexión algunas propuestas para propiciar  instituciones educativas más equitativas.  


Las académicas que se desempeñan en contextos universitarios, muchas veces se enfrentan a una falta de conciliación entre la vida universitaria y la vida personal. Esta situación se agravó a raíz de los estragos que ocasionó  la pandemia de COVID19, con exigencias cada vez más acentuadas respecto de habilidades tecnológicas o de la aplicación de criterios y estándares, sin adecuaciones contextuales e insensibles a la realidad. Si se analiza  este escenario en contextos de mujeres que se desempeñan en el campo de la investigación, entonces la carga laboral es mucho más desafiante, ya que implica no solo el desarrollo del trabajo científico sino la divulgación del conocimiento, la docencia, así como la formación de futuros investigadores.

La participación de las mujeres en la ciencia, como refiere el Sistema Nacional de Investigadores (SNI-CONACYT), ha crecido en los últimos años: En el 2002 habían 29.9% de mujeres en este programa, en 2018, 37.2% [i], y, en 2021, la presencia femenina registró un 38.2%[ii]; pero como destaca Susana Lizano, presidenta de la Academia Mexicana de Ciencias, el porcentaje de mujeres en el SNI en los niveles más altos (Nivel III y Emérito) disminuye de manera considerable, con solo 2 mujeres de cada 10 investigadores en esos niveles[iii]. También la pandemia afectó la producción científica de las mujeres, disminuyendo el número de publicaciones en comparación con la de los hombres, así como su papel de autora principal en las investigaciones[iv].  

Asimismo, hay situaciones y diversas prácticas que complican el trabajo de las mujeres y obstaculizan su desarrollo profesional en contextos académicos y científicos, como las siguientes[v]:

  1. Acoso laboral por parte de funcionarios e investigadores.

  2. Falta de integración de redes de apoyo para la defensa de los derechos que les asisten a las mujeres investigadoras.

  3. Carencia de protocolos para la atención de casos de discriminación por razones de género en contextos académicos y de investigación.

  4. Limitaciones familiares que inducen a las investigadoras a abandonar sus carreras por privilegiar sus compromisos familiares.

  5. Falta de mecanismos de apoyo para las mujeres investigadoras en etapa de gestación.

  6. Poca representación de las mujeres en algunas áreas del conocimiento.

  7. Ausencia de programas institucionales, sociales y gubernamentales que den visibilidad al trabajo de investigación producido por las mujeres.

Todos estos escenarios son preocupantes, aunque unos más que otros requieren de una atención más inmediata, como es el acoso que puede darse de forma directa. Las mujeres en contextos laborales padecen insinuaciones de otros colegas o de autoridades que propician un temor o silencio ante cualquier expresión de ayuda o demanda[vi], lo que trae consigo que el trabajo o producción académica se vean afectados.

Otro factor que tiene presencia sustantiva al hablar sobre los desafíos de las mujeres en el campo laboral, pero especialmente en la academia, es el desajuste entre la vida familiar–personal y los deberes profesionales[vii], por la falta de protocolos o procedimientos de evaluación acordes con las actividades y responsabilidades de las mujeres, esto incluye procesos de evaluación anual, certificaciones, distinciones, sistemas de estímulos, entre otros.

Un elemento más que vale la pena comentar y que es escasamente discutido, es el asunto de la violencia de género que sufren las mujeres académicas y científicas durante el trabajo de campo[viii],  especialmente en aquellas que desarrollan su trabajo profesional en áreas del conocimiento donde requieren tener un mayor contacto con sectores sociales y relaciones directas con los informantes; o en contextos donde la inseguridad y la delincuencia están presentes.

Lo anterior permite comprender de facto que se requiere de una atención puntual y pronta, sin propuestas al vapor o mediáticas, sino de iniciativas e implementaciones que den resultados precisos. Las comunidades universitarias requieren propiciar una mayor equidad de género que promueva una mejor sinergia entre el trabajo académico y la vida personal para lograr un impacto positivo para la misma sociedad y el país.

A manera de cierre…

Con la pandemia por COVID-19, se retrocedió en cierta medida en los avances que las mujeres académicas y científicas habían logrado respecto a la diferencias entre el trabajo académico y el trabajo del hogar, y dejó estragos en las dinámicas y rutinas que ya venían desarrollando.

Por ello, vale la pena cerrar con dos propuestas que podrían dar pie a un protocolo institucional en atención paritaria:

1. Caracterizar las necesidades de las mujeres que se dedican al campo científico, como madres de familia o responsables de un hogar desde una perspectiva humanista.

2. Diseñar criterios e indicadores que sean incorporados a los procesos de evaluación, y que atiendan a las necesidades identificadas en el trabajo académico y científico de las investigadoras.

En definitiva, estas propuestas no son las únicas ni son suficientes para atender esta problemática, pero pueden apoyar a crear escenarios e iniciativas que conviertan a las organizaciones escolares en centros igualitarios y sensibles.

Redes sociales

Facebook: Ruby Peniche

Twitter: @peniche_rubi 


[i] Contreras, L., Gil, M., y Altonar, X. A. (2022). Las investigadoras en el Sistema Nacional de Investigadores: Tan iguales y tan diferentes. Revista de la Educación Superior51(201), 51-72. Doi https://doi.org/10.36857/resu.2022.201.2020

[ii] Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT, 2022). Los resultados de la convocatoria 2021 para ingreso, permanencia o promoción en el sistema nacional de investigadores (SNI). Autor.

[iii] Lizano, S. (2022). Mujeres en la ciencia. Conversatorio en el marco del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia.

[iv] King, M. M., and Frederickson, M. E. (2021). The Pandemic Penalty: The Gendered Effects of COVID-19 on Scientific Productivity. Socius, 7. Doi https://doi.org/10.1177/23780231211006977

[v] Mendieta-Ramírez, A. (2015). Desarrollo de las mujeres en la ciencia y la investigación en México: un campo por cultivar. Agricultura, sociedad y desarrollo12(1), 107-115. En línea: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1870-54722015000100006&lng=es&tlng=es

[vi] Schüz, H., Pantelmann, H., Wälty, T., and Lawrenz, N. (2022). Lidiar con la discriminación y la violencia sexuales en universidades alemanas: un inventario. Debate Feminista64, 217-234. https://doi.org/https://doi.org/10.22201/cieg.2594066xe.2022.64.2357

[vii] Igartua Miró, M. (2022). Promoción de la igualdad de género a través de “fórmulas de trabajo flexible”. Reflexiones y propuestas a la luz de la Directiva (UE) 2019/1158. FEMERIS: Revista Multidisciplinar De Estudios De Género7(2), 86-114. https://doi.org/10.20318/femeris.2022.6944

[viii] Romero, V., y Martínez, L. (2021). Violencia sexual en el trabajo de campo: autoetnografía a dos voces . Revista Interdisciplinaria De Estudios De Género De El Colegio De México7(1), 1–34. https://doi.org/10.24201/reg.v7i1.717


*Rubí Surema Peniche Cetzal

Integrante de MUxED y de la Red Iberoamericana de Liderazgo y Prácticas Educativas (RILPE). Actualmente es Investigadora en el Instituto de Investigación y Desarrollo Educativo de la Universidad Autónoma de Baja California, campus Ensenada, donde desarrolla estudios sobre el bachillerato, la desigualdad, la eficacia escolar y la evaluación docente.




PALABRAS CLAVE

Previous
Previous

Los mundos invisibles

Next
Next

Un Sistema Nacional de Cuidados: ¿la oportunidad de construir una política pública intersectorial para la primera infancia?