Lectura en la primera infancia: un diferenciador en el acceso a oportunidades
María Orozco Ávila*
A pesar de que la lectura es una actividad fundamental para el desarrollo de las y los menores de 6 años, las familias de los hogares más vulnerables participan poco en experiencias de alfabetización temprana, como leer, cantar y hablar con sus bebés. Por ello son necesarias las intervenciones pragmáticas con niñas y niños, desde el nacimiento, que posibiliten las actividades de alfabetización temprana.
Los primeros 6 años en la vida de una persona son los más decisivos. Existe evidencia científica sólida de que el acceso a experiencias de aprendizaje de calidad en estos años –como la lectura en casa– apoya el desarrollo de habilidades fundacionales[1], necesarias no solo para el éxito escolar, sino también para la vida. Además, las intervenciones dirigidas a primera infancia pueden llegar a tener una tasa de rendimiento anual de hasta el 13%, y romper el ciclo de pobreza intergeneracional[2]. Es por ello que en el país han surgido iniciativas como el Pacto por la Primera Infancia, el Baby Lab de la Ibero o el Centro de Primera Infancia del Tec.
La lectura en la primera infancia es un indicador del acceso a oportunidades de niñas y niños. Las experiencias tempranas con el lenguaje –hablar, cantar, leer y jugar con las palabras– influyen en la formación del cerebro de las y los bebés. Estas experiencias no sólo impactan a nivel cognitivo, sino que también inciden en el desarrollo emocional y del lenguaje de niñas y niños. También fortalecen la consolidación de funciones psicológicas superiores, como la capacidad de hacer hipótesis y anticipaciones –tan necesarias para el aprendizaje– o la memoria. No obstante, no todas las infancias participan de este tipo de experiencias.
La inequidad se vive desde el nacimiento. El Pacto por la Primera Infancia reporta que en México hay “más de 2 millones de niños menores de 6 años en riesgo de no alcanzar su potencial [...] y que 7 millones viven en condición de pobreza”[3]. Por ello las intervenciones que se dirigen a la primera infancia son las más decisivas, en particular las que posibilitan que la niñez tenga acceso a experiencias de aprendizaje de calidad desde el inicio de la vida, como la lectura.
Según la Unesco y Unicef[4], niñas y niños menores de 5 años participan por igual en actividades de estimulación temprana y cuidado. No obstante, señalan que es con sus madres con quienes las realizan. De hecho, un estudio realizado en diferentes países encontró que se involucran tres veces más con sus madres y cuidadoras que con sus padres[5]. Esto no debe resultar sorprendente, pues son las mujeres quienes, en su mayoría, se dedican a las labores de cuidado. En los talleres de lectura con bebés que imparto regularmente he podido constatar que la mayoría de las asistentes son madres y cuidadoras primarias, a pesar de que se llevan a cabo en fin de semana con la intención de involucrar también a los hombres.
Una revelación de este estudio que sí me parece sorprendente destacar es el hecho de que las niñas se involucren más que los niños en actividades de alfabetización temprana, como leer libros, contar historias, cantar canciones, dialogar sobre las actividades de su vida cotidiana, jugar con las palabras, escribir cartas y leer letreros y señales[6]. Esto coincide con los resultados observados en el estudio PIRLS 2021 sobre competencia lectora con niñas y niños de cuarto grado, en el que las niñas demostraron una mayor competencia lectora que los niños[7].
Si al inicio de la vida no existe una diferenciación por género entre el acceso a oportunidades de aprendizaje, como lo demuestra el estudio, ¿por qué las niñas participan más en actividades de alfabetización temprana? Sabemos que la lectura en casa es una actividad que se ha asociado más con las mujeres a lo largo de la historia. No obstante, ¿por qué las madres y cuidadoras no involucran también a sus hijos? Y por último, ¿qué tan relevante sería ofrecer espacios donde las infancias más vulnerables pudieran disfrutar de experiencias de alfabetización temprana con sus madres y cuidadoras, y también con sus padres?
Madres y cuidadoras en condiciones de vulnerabilidad son más propensas a sufrir problemas de salud mental[8], debido a la carga de trabajo en las labores domésticas y al aislamiento que puede traer consigo el cuidado de niñas y niños menores de 6 años. En ese sentido, resulta indispensable crear comunidades de apoyo, en las que puedan fortalecer sus habilidades de crianza, como los talleres de lectura para bebés, y en las que los hombres también participen.
Se ha demostrado el impacto de intervenciones pragmáticas que acompañan a madres y cuidadoras, y que capacitan al personal de espacios educativos enfocados en menores de 6 años. No obstante, y en aras de atender aspectos urgentes, la mayoría de las iniciativas existentes invierten en temas como protección, acceso a la salud y alimentación, y dejan de lado el apoyo a la alfabetización temprana y el acompañamiento a las cuidadoras primarias en esta labor. Asimismo, la oferta de actividades culturales para la primera infancia sigue siendo poca en México y concentrada, sobre todo, en la Ciudad de México.
A la luz de estos hechos, me parece fundamental revalorizar los saberes de las madres y cuidadoras -como nanas, arrullos y juegos de palabras, que forman parte de una herencia cultural de las mujeres- y que los pudieran compartir con otras mujeres, hombres y sus bebés. Quizá, ofrecer talleres de lectura para bebés y sus familias puede contribuir también al bienestar de las madres y cuidadoras, al ofrecerles un espacio para hacer comunidad con otras familias. Lo interesante sería entonces lograr que los hombres asistieran.
Si sólo 1 entre 10 niños y niñas menores de 5 años tiene tres o más libros infantiles en casa[9], posibilitar que la lectura forme parte de la vida de las infancias, desde su nacimiento y sin importar sus condiciones de origen, es tan importante como garantizar su acceso a la salud o protección. El disfrutar historias es un derecho de las infancias y, como tal, debemos garantizar que puedan ejercerlo. Que la imaginación y el gozo de la literatura formen parte de la vida de todas las niñas y todos los niños, desde la cuna.
Redes sociales
Página web: www.pirinolalectura.com
LinkedIn: María Orozco Ávila
Referencias
Heckman, James (2012), “Invest in Early Childhood Development: Reduce Deficits, Strengthen the Economy”, en James Heckman. The Economics of Human Potential, disponible en: https://heckmanequation.org/resource/invest-in-early-childhood-development-reduce-deficits-strengthen-the-economy/
Pacto por la Primera Infancia (2023), Informe Anual 2023, Pacto por la Primera Infancia, México, disponible en: chrome-extension://efaidnbmnnnibpcajpcglclefindmkaj/https://d248061c5cbf1a027a6f3237f6ed65a6.cdn.bubble.io/f1707842656958x272639731099814750/Informe_Anual%20PPI_2023_-comprimido.pdf?_gl=1*1okg6d9*_gcl_au*MTAyMTM1MDU0MC4xNzAxMzY4Mzg0*_ga*MTgxNjQwNzU1Ny4xNzAxMzY4Mzg0*_ga_BFPVR2DEE2*MTcwNzg0MjU4Ni43LjEuMTcwNzg0MzE0MC40NS4wLjA.
Unesco y Unicef (2024), Global Report on Early Childhood Care and Education, Unesco, París.
Unicef (2024), Caring for the Caregiver. Overview Guide, Unicef, Nueva York.
Vygotsky, Lev (1986), Thought and Language, The MIT, Baskerville.
Whitehead, Marian (2005), Developing Language and Literacy with Young Children, Paul Chapman Publishing, London.
*María Orozco Ávila
Integrante de MUxED, es especialista en Literatura Infantil. Egresada de la maestría en Literatura Infantil y Literacidades (University of Glasgow), como becaria Chevening, dirige el proyecto Pirinola, que busca acompañar en la crianza a familias, docentes e instituciones, por medio de la literatura infantil.