Un futuro sostenible, sí. Empecemos por la educación
Marta Martín*
La sociedad tal y como la conocemos actualmente no es sostenible, los negocios, la agenda pública y la manera en la que vivimos deben transformarse para que podamos tener un futuro. La educación es una de las palancas fundamentales en el camino hacia la sostenibilidad, por tanto, debemos de manera urgente hacer frente a los retos que enfrenta el sistema educativo, acuciados por la pandemia, combatir la deserción escolar, recuperar los aprendizajes fundamentales y fortalecer la atención socioemocional. Sólo si atendemos estos desafíos podremos empezar a construir el sistema educativo que necesitan las nuevas generaciones para que el futuro sí sea sostenible.
La pandemia reinició al mundo. El cambio se venía vislumbrando, pero el COVID precipitó la transformación que estamos viviendo en el ecosistema político, económico y social. La polarización a nivel político es un síntoma global, nos encontramos en un mundo interconectado, la globalización es un catalizador de oportunidades que ha detonado el desarrollo económico y también puede ser potenciador de bienestar, pero también puede convertirse en una amenaza si no tomamos las medidas adecuadas.
La desigualdades sociales y económicas son cada vez mayores, el 10% de la población más rica concentra ya el 52% de los ingresos y el 76% de la riqueza del planeta; mientras que el 50% más pobre solo capta el 8% de los ingresos y el 2% de la riqueza global, según el World Inequality Report 2022[i].
La crisis climática está alcanzándonos a una velocidad cada vez más alarmante. De acuerdo con la Global Footprint Network[ii] vivimos, a nivel mundial, como si tuviéramos 1.6 planetas a nuestra disposición. Estamos agotando los recursos naturales de las futuras generaciones.
La educación se encuentra en un momento crítico. Según datos de Naciones Unidas el cierre de escuelas en 2020 afectó a más de 1,500 millones de estudiantes. Los alumnos más vulnerables fueron los más afectados. Se perdieron logros ya adquiridos hacia los objetivos de la Agenda de Educación 2030 y cerca de 369 millones de niños, que dependen de los comedores escolares, tuvieron que buscar otras fuentes de nutrición diaria[iii].
Nuestro futuro está en juego. Pareciera una frase hecha, pero los datos lo avalan. La sociedad tal y como la conocemos actualmente no es sostenible. El modelo de hacer negocios, las prioridades de la agenda pública y la manera en la que vivimos deben transformarse para que podamos tener un futuro, ya no mejor, sino un futuro. Debemos integrar la sostenibilidad en nuestra forma de gobernar, en nuestro ecosistema empresarial y emprendedor, en nuestro día a día y en nuestra forma de aprender y de enseñar.
Bien, pero ¿qué es esto de la sostenibilidad que tanto escuchamos hoy en día? ¿Qué es ser sostenible? ¿Cómo podemos avanzar en la agenda global de sostenibilidad a la que nos invitó Naciones Unidas en 2015 y en la que ya vamos tarde?
La palabra "sostenibilidad" proviene del latín y significa "cualidad de mantenerse de pie por sí mismo". Lo que se mantiene por sí mismo está en equilibrio, logra un balance.
La ONU define sostenibilidad como la capacidad de satisfacer las necesidades de las generaciones actuales sin comprometer a las necesidades de las generaciones futuras, al mismo tiempo que se garantiza un equilibrio entre el crecimiento de la economía, el respeto al medioambiente y el bienestar social. Es decir, la sostenibilidad consiste en lograr un balance entre lo económico, lo social y lo ambiental.
En 2015, la ONU presentó la Agenda 2030 de desarrollo sostenible. Una brújula con 17 objetivos muy claros para avanzar aspectos claves para la sostenibilidad: erradicar la pobreza, promover la prosperidad y el bienestar para todos, proteger el medio ambiente y hacer frente al cambio climático a nivel mundial.
Sin duda, como dijo Nelson Mandela, la educación es el arma más poderosa para transformar cualquier sociedad, es una de las palancas fundamentales en el camino hacia la sostenibilidad y, por ello, es necesario garantizar que todas y todos aprendamos a relacionarnos con esta nueva realidad, a desarrollar habilidades que permitan enfrentar estos desafíos, en especial las futuras generaciones que son los agentes del cambio.
El futuro necesita líderes conscientes de la necesidad de lograr el balance entre la generación de riqueza, el bienestar social y la preservación de nuestro planeta, para construir un ecosistema justo, equitativo, incluyente y próspero. Conscientes de la necesidad de ser sostenibles como sociedad, como empresa, como gobierno y como persona es necesario formar a ciudadanos comprometidos con la importancia de respetar y cuidar el medio ambiente, empáticos con la sociedad, que levanten la mano ante las injusticias sociales y luchen por el respeto y la garantía de los derechos humanos, que sean éticos y promuevan modelos sólidos de gobernanza. Que tengan en su ADN la “construcción de alianzas” como principio básico para el desarrollo social.
Este proceso de transformación por un mejor futuro debe iniciar en las aulas. Es fundamental introducir en el currículo las habilidades para hacer frente a los nuevos retos de la humanidad.
Las nuevas generaciones tienen una sensibilidad especial ante temas relacionados con el cambio climático, el impacto social, la integridad. El 60% de los centenials quiere mejorar el mundo, tiene sueños, pero sobre todo cree que puede cumplirlos. El sistema educativo debe aprovechar y alimentar esta tendencia[iv].
Los educadores están encontrando formas de incorporar los principios de desarrollo sostenible a la educación. Por ejemplo, en educación superior, la Universidad de Barcelona acaba de anunciar que impartirá una materia obligatoria para todos los grados sobre sostenibilidad y cambio climático, además de formar en esta materia a los docentes de la plantilla, durante cuatro años[v].
Es fundamental que a la hora de diseñar la agenda de sostenibilidad, gobiernos, sociedad civil y sector privado consideren al sistema educativo como elemento clave. El cambio en el sistema educativo es un desafío, requiere del esfuerzo coordinado de todos y cada uno de los agentes sociales para que, juntos y coordinados, posicionen a la educación como la primera prioridad de la agenda.
Tristemente, en el contexto actual, la educación ha dejado de ser una prioridad para muchos gobiernos, especialmente en países en vías de desarrollo en los que precisamente el impacto en la educación durante los años de pandemia ha sido devastador.
En México, el cierre de escuelas durante más de 18 meses causó estragos en el desarrollo socioemocional de niños, niñas adolescentes, en el aprendizaje y en el abandono escolar. El Banco Mundial estima un rezago que equivale a dos años de escolaridad “alumnos con menos aprendizajes significan futuros trabajadores con menos habilidades, lo que puede reducir sus ingresos en un 8% anual durante su vida laboral”[vi].
Es urgente que todos los actores clave –gobiernos, sector privado sociedad civil y academia– sumemos esfuerzos para atender la emergencia educativa, trabajando en la recuperación de aprendizajes, en atención socioemocional en el aula y en detección y prevención del abandono escolar. Con una estrategia sólida y un plan de acción concreto, enfocado en brindar herramientas a los docentes para que puedan afrontar estos retos para que, paulatinamente, puedan ir introduciendo en su enseñanza los elementos adecuados para atender las necesidades del mundo actual, para así generar un impacto positivo y abrazar la sostenibilidad.
La pandemia amplificó los desafíos globales, pero también nos hizo más conscientes de la necesidad de repensar nuestros valores, de humanizar las organizaciones poniendo en el centro a las personas, de promover y potenciar el talento, de la importancia de la educación y del valor de la labor de los maestros.
Nos hizo conscientes de que cada uno desde su trinchera puede sumar y ser parte del cambio, y de la necesidad de trabajar de manera colaborativa, porque, como establece el Pacto Mundial para avanzar en la Agenda 2023, para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS17) es fundamental llevar a cabo alianzas entre los diferentes actores del planeta; gobiernos, sector privado y sociedad civil.
Sabemos que cuando todos empujamos en la misma dirección para lograr un objetivo, éste se logra y los resultados se multiplican. Sólo mediante alianzas, podremos enfrentar los desafíos en materia de educación. Aunque con esfuerzos, si hay voluntad, el futuro sí puede ser sostenible, siempre y cuando iniciemos el cambio desde la educación.
Redes sociales
[i] https://wir2022.wid.world O, en español, Informe de la Desigualdad Global 2022, https://dds.cepal.org/redesoc/publicacion?id=5585
[ii] O en español, Red Global de la Huella Ecológica https://www.footprintnetwork.org/
[iii] https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/education/
[iv] https://medium.com/the-future-of-things/shifts-from-generation-y-to-generation-z-43c353730b72
[v] https://www.elperiodico.com/es/sociedad/20221109/univesitat-barcelona-asignatura-crisis-ecosocial-catedras-sostenibles-78350530
[vi] https://www.bancomundial.org/es/news/press-release/2021/12/06/learning-losses-from-covid-19-could-cost-this-generation-of-students-close-to-17-trillion-in-lifetime-earnings
*Marta Martín
Integrante de MUxED. Abogada con diversos estudios de posgrado y experta en relaciones institucionales y comunicación. Es Directora de asuntos públicos y vinculación en Zimat Consultores. Diseña e implementa estrategias sobre reputación institucional y sostenibilidad/ESG para grupos de interés en educación y otros sectores. Es asesora estratégica del Consejo Coordinador Empresarial y Consejo Mexicano de Negocios; integrante del board del Grupo de Trabajo de innovación y transformación digital de Amcham Monterrey y del IE Sustainability Leadership Hub; mentora en el “Executive Women Development Program” (EWDP); y coordinadora del programa ejecutivo “Sostenibilidad empresarial” de la universidad CENTRO.