Educación: Un desafío común, una solución colectiva
Lorena Turquie Castillo*
El derecho a aprender es una misión del gobierno, y para ello generar políticas educativas requiere de voluntad política, recursos y apertura a la incidencia entre organizaciones sociales, líderes gubernamentales y educativos.
Es una verdad conocida que entre los grandes pendientes nacionales se encuentra el tema educativo. Más que un lugar común es una emergencia real, latente, que duele y que nos mueve a imaginar, proponer y actuar ahora, ¡no hay más tiempo!
Cada generación que avanza sin comprender lo que lee, sin saber escribir, sin tener un razonamiento lógico para resolver problemas, será una generación de jóvenes y futuras personas adultas que no tendrán las herramientas para hacer que sus vidas, sus comunidades y el país lleguen a mejor puerto.
Definir sueños, alcanzar metas y hacer realidad una vida de oportunidades se aprende en la escuela. Asegurar que se logre es una responsabilidad compartida entre los gobiernos, las autoridades educativas y la sociedad en su conjunto.
La urgencia de atender los grandes pendientes en educación, la necesidad de gobernar por políticas públicas de largo plazo, de utilizar las evidencias para la toma de decisiones, ha sido motivo de innumerables propuestas nacionales e internacionales; la motivación de fondo es la urgencia de atender los asuntos más básicos: que las niñas y los niños vayan a la escuela, no la abandonen y aprendan.
De acuerdo con datos de la UNICEF en México “más de 4 millones de niños, niñas y adolescentes no asisten a la escuela, mientras que 600 mil más están en riesgo de dejarla por diversos factores como la falta de recursos, la lejanía de las escuelas y la violencia. Además, los niños y niñas que sí van a la escuela tienen un aprovechamiento bajo de los contenidos impartidos en la educación básica obligatoria”[1].
Ese es el reto, el compromiso social que tenemos con todas las niñas y todos los niños . Por ello, rescato algunas premisas y sumo elementos con el propósito de contribuir a la construcción y consolidación de la acción pública, junto con la sociedad, en todo el sistema educativo.
Las propuestas que se comparten se hacen desde una visión de política pública y por supuesto, con la mirada de la incidencia como mecanismo de colaboración con la sociedad civil en un marco de gobernanza.
El derecho a la educación es un derecho humano. Para ello, el derecho a aprender pasa por la articulación de acciones en todo el sistema educativo que debe llegar a las escuelas de manera oportuna y como una prioridad.
Sólo con la voluntad política y acción de las autoridades educativas, las políticas públicas tendrán recursos para ser implementadas y atender por fin, esta deuda con la infancia en México.
La solución no es centralizar espacios ni decisiones, sino abrirse a la incidencia social para fortalecer la educación en todos sus niveles.
Sumar a las organizaciones sociales a más espacios y considerarlas como aliadas, logrará que cada niña y niño de todo el país ingrese a la escuela y permanezca en ella hasta concluir sus estudios.
Es necesario que las políticas públicas tengan propósitos claros para que las niñas y los niños adquieran los aprendizajes fundamentales, se reduzcan las brechas de desigualdad y se amplíen sus oportunidades.
Las escuelas deben contar con condiciones adecuadas, materiales, bibliotecas escolares y de aula; docentes bien preparados; propuestas pedagógicas emergentes y accesibles; así como instrumentos y herramientas que apoyen el uso de la evaluación del aprendizaje para acompañar el avance de cada estudiante y fortalecer su preparación. En suma, para que todos los planteles educativos sean escuelas dignas y comunidades de aprendizaje.
Sin duda, sobreponerse a los efectos de la pandemia, de la inseguridad y otros problemas sociales ha sido una tarea titánica para los sistemas educativos y, en ese quehacer, las escuelas –como espacios resilientes que son– han dado el ejemplo para volver a tener una normalidad en la jornada escolar. Han logrado que, entre sus muros –en las aulas y los recreos– se vuelvan a escuchar las voces de las niñas, los niños, del colectivo docente y directivo.
En varias entidades la apertura para coordinarse y trabajar junto con organizaciones sociales políticas, programas e intervenciones ha sido la fórmula para la recuperación del aprendizaje, la atención al desarrollo socioemocional y otros temas de urgente atención en las escuelas.
Retomo lo dicho por Nelson Mandela “la educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo”. Ese cambio está en manos de todas y todos quienes amamos este sector para aportar acciones que hagan la diferencia y transformen la realidad.
Por las infancias, las juventudes, las comunidades, por nuestro país, unamos esfuerzos para hacer que la educación deje de ser un problema y se convierta en la solución.
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*Lorena Turquie Castillo
Integrante de MUxED. Politóloga, con maestría en Políticas Públicas comparadas, especialista en Cultura de la legalidad y educación. Consultora y evaluadora de políticas sociales. Integrante de Faro Social y Educativo, asociación de especialistas en políticas educativas y sociales.