¡Aprender ciencia, desde edades tempranas,  es emocionante y trascendental!

Alejandra García Aldeco*

 

Uno de los mayores desafíos de la enseñanza de las ciencias en la educación básica es establecer buenas prácticas indagatorias que mejoren la relación que tanto personas adultas como infancias tienen con esta área de conocimiento. La didáctica de las ciencias brinda orientaciones para lograr un cambio de paradigma.


En un aula de treinta niñas y niños de segundo de primaria ha comenzado la unidad de trabajo sobre el sistema digestivo. Como primera actividad, la docente solicita un diagrama que muestre las ideas iniciales sobre cómo el alimento se transforma en el cuerpo humano una vez que es ingerido. Las producciones fueron increíbles, hubo varias similares entre sí que apuntaban a que hay diferentes conductos por los que el alimento se transporta de acuerdo con su consistencia original. Otros diseños suponían la existencia de algún ser o seres alojados en nuestro interior con la misión de descomponer el alimento. Otros más, visualizaban diferentes bolsas para resguardar y clasificar el alimento para luego transformarse en energía o desecharse. De la totalidad del grupo solo dos esquemas se acercaron al diagrama convencional.

¿Cómo acompañar la transformación de estas primeras representaciones espontáneas a un pensamiento científico más cercano a lo convencional?

Las explicaciones que niñas y niños dan sobre diversos fenómenos son reveladoras. Es sorprendente como en muchas de las respuestas infantiles se encuentran reminiscencias de explicaciones que se han dado a lo largo de la historia de la humanidad[1]. Es decir, el desarrollo de pensamiento individual (desarrollo ontogenético) muestra algunos rasgos del camino recorrido por nuestra especie (desarrollo filogenético). Las infancias tienen ideas iniciales que se consolidan o se desechan en la medida que son útiles con el entorno en el que se desarrollan o que son coherentes con la información que poseen[2].  Así, de un modo muy similar, la humanidad a medida que ha desarrollado conocimiento científico, ha desechado o consolidado premisas.

Hoy comparto contigo tres herramientas para acompañar la formación de las científicas y los científicos del futuro que ahora se encuentran en  preescolar y primaria.

Didáctica de la ciencia. En primer lugar, integrar las orientaciones que brinda la didáctica de la ciencia como área especializada. Desde esta disciplina se sugiere generar un ambiente de aprendizaje de confianza, donde el error es esperado y bienvenido. En la interacción hay genuina escucha e interés de las personas adultas hacia las infancias. Las situaciones didácticas consideran las ideas previas que niñas y niños han construido sobre diversos fenómenos como punto de partida, se comienza desde lo que saben y no desde lo que ignoran. Otra orientación crucial es acompañar la curiosidad infantil con preguntas para incentivar la reflexión y promover situaciones que permitan contrastar, inferir y desechar o ampliar información[3]. Es indispensable contar con textos informativos actualizados y de calidad.

Proyectos. La segunda herramienta es trabajar por proyectos. El aprendizaje basado en proyectos favorece la construcción de saberes significativos.  Sostiene en el tiempo la reflexión sobre un mismo tema, lo que brinda la oportunidad de procesar información en múltiples ocasiones hasta que las personas la internalizan[4]. El diseño de proyectos integra actividades secuenciadas donde se presentan hipótesis, se plantean preguntas y formas de contestarlas. Además se pueden hacer experimentos que permiten reflexionar y llegar a conclusiones con base en lo observado.

Método indagatorio. Una tercera herramienta es integrar el método indagatorio. La indagación se fundamenta en el contacto directo con la realidad para cuestionarla. Las personas adultas funcionan como guías que proporcionan oportunidades para que las infancias observen fenómenos y realicen reflexiones que vayan de la mano con los conocimientos científicos. En el trabajo con el método indagatorio, la experimentación es esencial pero no es la única fuente de información. En muchos entornos escolares se realizan experimentos con el fin de verificar teorías previas. Desde la indagación guiada la experimentación no necesariamente  confirma lo enseñado, sino que es la vía para generar nuevas ideas y modos de comprender[5].

Cambio de paradigma

Ricaño advierte que aunque las niñas y los niños muestran una gran curiosidad y deseo de conocer el mundo que los rodea, son pocos quienes finalmente se dedican a labores relacionadas con el quehacer científico. Esta discrepancia, frecuente y marcada en México, se puede relacionar con el hecho de que la ciencia en el aula se percibe como algo aburrido, poco dinámico y dirigido sólo a algunas personas. Uno de los mayores desafíos de la enseñanza de las ciencias en la educación básica es establecer buenas prácticas indagatorias desde preescolar. Este cambio de paradigma permite estudiar y hacer ciencia en situaciones cotidianas[6].

Fundación Zorro Rojo, A.C. pone a tu disposición la planeación de cinco proyectos de ciencia elaborados desde la perspectiva constructivista y la metodología indagatoria[7]. El receso de verano es una excelente oportunidad de acercarte a la ciencia por medio de ellos. Este material está dirigido a todas las personas adultas que desean acompañar a las infancias a admirar, observar, cuestionar,  valorar y cuidar el mundo natural.

La enseñanza y el aprendizaje de las ciencias debe extenderse más allá del ámbito escolar, no sólo constituye un fin en sí mismo para la adquisición de conocimientos, sino también es una vía para la formación de una ciudadanía consciente y comprometida con su entorno[8].

¡Aprender ciencia, sobre todo a edades tempranas, es emocionante y trascendental!

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 Referencias

Badel, M., Reyes, L. y Guzmán, I. (2023). Estructuración de ciudadanía planetaria desde una educación global e intercultural. Revista Estudios del Desarrollo Social: Cuba y América Latina, Vol. 11 (2). Recuperado de: http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2308-01322023000200013&lng=es&tlng=es [Fecha de consulta: 10 de junio de 2024].

Delval, J. (1994). El Desarrollo Humano. Editorial Paidós.

Gellon, G., Rosenvasser Feher, E., Furman, M. y Golombek, D. (2005). La ciencia en el aula. Lo que nos dice la ciencia sobre cómo enseñarla. Paidós. Recuperado de: https://lcve.mincyt.gob.ar/Documentos/La-ciencia-en-el-aula.pdf [Fecha de consulta: 23 de enero de 2024].

Limón, M. y Carretero, M. (1997). Las ideas previas de los alumnos ¿Qué aporta este enfoque en la enseñanza de las ciencias? en Carretero, M., Construir y enseñar las ciencias experimentales. Editorial Aique Grupo Editor.

Reyes-Cárdenas, F. y Padilla, K. (2012). La indagación y la enseñanza de las ciencias. Revista Educación química, Vol. 23 (4), pp. 415-424.

Ricaño, I. (coord.), Montes, I., De la Vega, T., J., Díaz, L., Rosales, L., Chacón, K. y Nava, K. (2024). Proyectos para hacer de la ciencia una actividad emocionante. Fundación Zorro Rojo, A. C.

UNICEF. (2020). El Aprendizaje Basado en Proyectos en PLANEA. Enfoque general de la propuesta y orientación para el diseño colaborativo de proyectos. UNICEF.


[1] Delval, 1994.

[2] Limón et al., 1997.

[3] Reyes-Cárdenas et al., 2012.

[4] UNICEF, 2020.

[5] Gellon et al., 2005.

[6] Ricaño et al., 2024.

[7] Descarga el material aquí: https://www.fundacionzorrorojo.org/Material%20para%20Alfabetizar.html

[8] Badel et al., 2023.


*Alejandra García Aldeco

Integrante de MUxED es profesora investigadora de la Universidad Autónoma de Querétaro y directora operativa de la Fundación Zorro Rojo, A.C. Ha sido maestra frente a grupo en preescolar, primaria y universidad durante los últimos 17 años. Piensa que la educación es una herramienta para ser más libre y más feliz, por lo que dedica toda su energía a construir conocimiento junto con otras personas y a compartirlo con los demás.




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