La escuela como una comunidad de expresión y libertad: recordando a Celestín Freinet
Andrea Ramos Stierle*
Si en los espacios educativos los estudiantes pudieran crear significados de lo aprendido. Si a niñas y niños se les diera la posibilidad de expresarse con respeto, confianza y libertad, la educación sería integral y permitiría el desarrollo emocional, racional y físico, en armonía. Así se promovería la creación de una comunidad respetuosa de las diferencias. Esto es lo que fundamentalmente proponen las técnicas Freinet sobre las que trata el presente artículo.
Mi experiencia como alumna en una escuela con técnicas Freinet tuvo momentos que disfruté mucho y situaciones que me hicieron comprender que no todos conocían la felicidad en sus escuelas. Cuando iba a clases de baile, extraescolares, y tenía que responder a qué escuela iba, decía un nombre que no era muy común: “Manuel Bartolomé Cossío”. Luego me preguntaban “¿Qué escuela es esa?” Y yo respondía como si todo el mundo lo supiera: “Es una escuela con técnicas Freinet” y me iba tranquila porque, a mi entender, había explicado todo.
Las escuelas que utilizan técnicas Freinet se distinguen por dar la palabra a niñas y niños, confiando en que tienen tanto que decir como un adulto[i]. No sobran espacios para que eso suceda. Una vez cada quince días, se comparten a toda la escuela, noticias que puedan ser de interés de algún estudiante. También hay conferencias en el salón, promoción de textos libres contando las experiencias de fuera y dentro de la escuela, y visitas a lugares que se relacionan con la comunidad. El último día de la semana se hace una asamblea plenaria para tratar diversos temas como: felicitar algunas de las actividades realizadas en cada salón o críticas a aquellos que no cumplen los acuerdos y lineamientos escolares.
No se trata de una anarquía infantil, el equipo docente es tan importante como los aprendices, gracias a este se facilita la posibilidad de expresión sin miedo a la equivocación o hacerle preguntas a los de 6º, a los más grandes de la escuela, por parte de los más pequeños. Así, por ejemplo, se generan conversaciones cuando una alumna se anima a cuestionar “¿Cómo se baila la música jarocha?”, frente a la presentación de una compañera que lo único que había comentado en su turno era que vería un concierto e invitaba a la comunidad a asistir.
La libertad tiene límites y esta se acaba cuando dejas de lado la responsabilidad[ii]. Se te da la oportunidad de expresarte en cualquier modalidad, siempre y cuando seas respetuoso con tus compañeros, con las maestras y con los familiares de la comunidad. Pero el respeto no surge por una regla, se da cuando se cumplen los acuerdos y todos están conformes. Si alguien incumple los acuerdos, no importa cuál sea su rango, la comunidad lo sanciona. Por ejemplo, en mi experiencia, cuando cursé la primaria, una de mis grandes amigas de la vida, Bere, criticó en la asamblea a una maestra por meterse en la fila de la cooperativa, lo cual era claramente una acción que rompía con el concepto de comunidad. Se aceptó la crítica y se hizo énfasis en que todas y todos debíamos respetar las reglas, incluidas las maestras.
Otra forma de tener voz era compartir temas actuales, historias que hubieras escuchado pero que no sabías si eran verdad, investigaciones científicas y todo lo que se nos pudiera ocurrir para volverlo una conferencia o convertirlo en uno de los temas principales del ciclo escolar[iii]. No importaba el grado académico para hablar de temas tan complejos como las bacterias, ni se considera fundamental, por ejemplo, hablar en algún grado específico de las ciudades más importantes en el mundo . A nadie sorprendía que las niñas y niños preescolares conocieran la ubicación del hábitat de la tortuga galápagos, porque fue un tema que interesó y fue incluido en el curso.
Siempre pensé que todo lo que hacíamos en la Bartolo era lo mismo que realizaban en las otras escuelas, que los estudiantes estaban en el centro del aprendizaje y que tenían tanta voz y tanta participación en la escuela como yo. Conforme fui creciendo me di cuenta de que eso no era así, lo cual me inquietó y me hizo preguntarme por qué las niñas y los niños de otras escuelas no podían decir lo que opinaban sin que fueran castigados. Lo que más me sorprendía era que yo amaba ir a la escuela, pero la mayoría de los niños y niñas de mi edad con quienes convivía fuera de la Bartolo odiaban su escuela o sentían que en ella no la pasaban bien. Un día de reyes mi mamá consideró que era mejor idea que mi hermano menor y yo nos quedáramos disfrutando de nuestros regalos, que ir a la escuela. Nos enojamos muchísimo cuando nos dimos cuenta de que nos había dejado en la casa; la buscamos hasta que la localizamos para reclamarle tal atrevimiento. Mi mamá, que amaba nuestra escuela tanto como nosotros, no entendió el enojo. No fue sino hasta después de varios años en los que nos veía cada vez más felices por poder disfrutar nuestra escuela que lo entendió. Tal era nuestro gusto por ir, que hacíamos a mis padres pasar por la escuela en época de vacaciones para ver que ahí seguía y que ese periodo no era un invento para alejarnos de lo que más amábamos.
La Bartolo, me dio la oportunidad de participar de las técnicas Freinet durante toda mi educación en ella. Aprendí lo que era hacer comunidad y una cooperativa. Las maestras eran y siguen siendo expertas en comprender las necesidades de cada uno, dando amor y, aunque a veces no era claro el camino por el que nos llevaban, puedo decir que sus acciones siempre iban encaminadas a ofrecernos una educación llena de amor y comprensión. Su misión, en palabras de Chela González de Tapia, directora de la Bartolo, era: “...inculcar a los niños y niñas una sabiduría para la vida, no una mera acumulación de datos”[iv]
Años después tuve la fortuna de regresar como madre de familia, lo que me dio una nueva perspectiva. Reconozco la importancia de ser partícipe de las actividades de la comunidad, sé que no es suficiente con llevar a mis hijas y recogerlas, también hay que estar presentes y procurar la escuela. Dejar que la comunidad fluya y que lo que pasa en la escuela se resuelva en la escuela con las niñas y los niños. Me encanta recoger a mis hijas felices de haber pasado un día increíble y que los domingos estén ansiosas de volver a la Bartolo.
Al mismo tiempo me incorporé a trabajar como maestra en esta escuela, lo que me dio una tercera perspectiva de las técnicas Freinet de lo importantes que son para el desarrollo emocional, social y académico, para que niñas y niños crezcan felices. Me encanta ver a niñas y niños seguros de lo que piensan y de la forma en la que lo comparten. A veces, para un observador externo, las técnicas no se entienden y parecerían una necedad o un intento de imposición. Sin embargo, todas las técnicas constituyen recursos que enfatizan una manera particular de mirar la educación como proceso formativo, pues es necesario mostrarle al mundo que todos tienen voz aun cuando apenas cuenten con 3 o 4 años de edad.
Hoy, como madre de familia y maestra, aprecio mucho más lo que aprendí a temprana edad, estoy agradecida de haber tenido un espacio feliz donde siempre me sentí escuchada y apoyada por toda la comunidad. Hoy, como maestra y madre, quiero que mis hijas y todos sus compañeros vivan esta experiencia para que nos ayuden a llevar este estilo de vida más allá de la Bartolo.
Célestin Freinet nació el 15 octubre de 1896, hoy honro su vida y toda la sabiduría que dejó para todas las niñas y niños que hemos sido afortunados de haber pasado por una escuela feliz.
Redes sociales
Bibliografía complementaria
Jiménez, Mier y Terán, Fernando. 1985. Freinet. Una pedagogía de sentido común. Consejo Nacional de Fomento Educativo, Secretaría de Educación Pública, México
[i]Tapia, Chela. 2004. Charlas de pedagogía. Sobre la Escuela Moderna, Impresiones Especiales S. de C.V., México.
[ii] Op. Cit.
[iii] Freinet, Elise. 2011. Pedagogía Freinet. Los equipos pedagógicos como método. Trillas, 2da edición, reimpresión 2011. México.
[iv]Tapia, Chela. 2004. Charlas de pedagogía. Sobre la Escuela Moderna, Impresiones Especiales S. de C.V., México.
*Andrea Ramos Stierle
Integrante de MUxED. Etnóloga con maestría en educación, fundadora y directora de rEvolución de ideas educativas (rie) y más de doce años de profesionalización en el área de la educación. Desde los quince años ha estado interesada por la educación de adultos en entornos rurales y urbanos. Caminando en la vida con un gusto integral por la educación que la llevó a ser, al día de hoy, maestra de atención plena en la escuela primaria Manuel Bartolomé Cossío. Su mayor reto y su mayor gusto es ser mamá de Emilia y Luciana quienes la guían en el camino del conocimiento.